Si los RPG de Bethesda fueran una familia tendríamos una imagen muy pintoresca: Yaya Bethesda, Yayo The Elder Scrolls Arena, Tíos Daggerfall y Morrowind, Big Papa Oblivion, niñato malcriado Skyrim...
En la línea sanguínea de Big Papa Oblivion estaría Fallout 3, que ha salido más a su difunta madre Black Isle Studios, y ha resultado ser un prodigio en la familia: los críticos lo adoran, su jugabilidad es divertida, su diseño es bueno, sus bugs y glitches son memorables y tiene suficiente ADN materno como para que le reconozcan como legitimo descendiente de los legendarios Fallout 1 y 2. Ahora bien, la eugenesia es un tema jodido y cuando Fallout 3 tiene el ocasional contacto con su familia materna, se ve muy influenciado por su tío friki Obsidian Entertainment y sus colegas Josh Sawyer y Chris Avellone (la mejor combinación diseñador-guionista jamás creada), hasta el punto en que no tiene problema en seguirlos a su taller secreto a solas y emerger años después como un cyborg cowboy en esteroides y con muy mala hostia.
A lo mejor resulta un poco extraña esta analogía, así que lo explicaré brevemente: Fallout: New Vegas fue desarrollado por un equipo de Obsidian conformado por gente que trabajó en Fallout 1 y 2 a petición de Bethesda, los nuevos propietarios de la franquicia, para lograr un juego más fiel a los originales, directamente sobre los assets de Fallout 3. Fallout 3 fue sublime, fresco y se esforzó en crear un juego que gustara a toda clase de jugones; mientras que New Vegas fue un juego poderoso, lleno de nostalgia y específicamente dirigido a los fans de la saga postapocalíptica como una carta de amor. Además, Bethesda son ejecutivos trajeados de Maryland y Obsidian son cowboys simpáticos de California; todos sabemos quienes son más icónicos, normal que el pequeño Fallout 3 se haya dejado influenciar.
Si, New Vegas hizo enorme hincapié en la narrativa, el roleo y la toma de decisiones; con personajes humanos con sus propias motivaciones, creencias y moral; facciones complejas con debilidades y fortalezas y moralmente grises que reaccionan a las decisiones del jugador con un sistema de reputación (llegando incluso a enviar regalos o escuadrones de la muerte), una historia que se ramifica según tus decisiones y habiendo un montón de oportunidades de sacar a relucir las habilidades de tu personaje, haciendo que tanto la diversificación como la especialización sean interesantes y satisfactorias.
Además, también se mejoró enormemente la jugabilidad con modificaciones de armas, sistema de fabricación, tipos alternativos de munición y modo supervivencia; y se añadieron incontables armas, armaduras y drogas, algunas sacadas directamente de los Fallout de Black Isle.
Y, para poner la guinda sobre el pastel, Fallout New Vegas SÍ que ofrece comentario sobre los temas que trata: la guerra y la naturaleza destructiva del ser humano, la naturaleza cíclica de la Historia, el tráfico de drogas y sus consecuencias, el imperialismo, los vencedores y los vencidos, el trauma y la pérdida de la identidad... En definitiva, una puñetera obra de arte.
Por otro lado, las expansiones son sin duda las mejores piezas de contenido descargable que he tenido el placer de jugar. Cuatro en total, cada una única y fantástica, que exploran la relación de tu personaje con el mundo en el que vive y las decisiones que toma, contada a través de las personas con quien se encuentra, en forma casi de leyenda... sutil, pero épica y muy emocional y subjetiva.
Mi favorita sin duda es Dead Money, donde tu personaje es raptado y desprovisto de su equipo por un genio renegado que quiere acceder al tesoro de un casino del Antiguo Mundo en mitad de una ciudad con una extraña nube tóxica que la envuelve totalmente y poblada por mutantes muy difíciles de abatir. Por si no fuera poco, tu personaje no puede hacerlo todo a solas, así que le ponen un collarín explosivo que puede reventar si hay radios en las vecindades, y le obligan a cooperar con otros que el renegado ha ido capturando. La expansión tiene nada más que siete personajes, pero trata con ellos temas como la codicia humana, la obsesión y la venganza de formas tan intensas e inteligentes que ellos solos ponen en evidencia a toda la narrativa del resto de juegos de Bethesda.
¿Pero sabes qué es lo mejor de todo esto para mi? La mayoría de todo esto es opcional. Tú puedes decidir si omitirlo por completo, para verlo has de tomar la decisión consciente de buscarlo. No te lo ponen delante de forma bombástica para que experimentes el juego EXACTAMENTE como los desarrolladores quisieron. Esa es la verdadera esencia de lo que hace a Fallout, Fallout. Es tu historia y cuando algo lo consigues es porque genuinamente te lo has ganado, como en la vida misma, y se siente genial... o no, también la puedes cagar.
¿Quieres interpretar a un personaje bobalicón, bonachón y gay que mata a sus enemigos con una maza de cemento? Adelante.
¿Nueva partida con personaje sociópata asesino pirómano caníbal con un fetiche por las armas nucleares? Totalmente aceptable.
¿Quieres interesarte por tus semejantes y descubrir sus historias? Hazlo, tú puedes.
¿Quieres pasarte el juego en tiempo récord para olvidarte de él y volver cuanto antes a Call of Duty como el dron descerebrado que eres? Nadie te lo impide.
Y otra última cosa, como otros RPG con ADN de Bethesda, Fallout New Vegas tiene un buen puñado de mods que incorporan infinitas horas de juego, mecánicas, detalles, historias, facciones y un largo etcétera. Muchos de ellos a la altura del producto original y hechos con mimo. 100% recomendable tener New Vegas en PC y meterse en el mundillo de los mods.
Así que, para acabar. Muchos pros y pocas contras:
Lo mejor:
> RPG sólido y con gran variedad.
> Narrativa irresistiblemente buena.
> Mundo abierto y basto
> Elecciones con consecuencias.
> Expansiones terriblemente buenas.
> Jugabilidad mejorada.
> Banda sonora fantástica.
> War never changes, men do, through the roads they walk.
> Christine Royce.
> Randall Dean Clark.
> Más mods de los que jamás podrías soñar.
Lo peor:
> Bugs y glitches.
> Algunas áreas y facciones están poco desarrolladas.
